Olvida todo lo que sientes.
Olvida todos esos mensajes negativos
que tu cabeza te manda mientras aprietas los puños.
Olvida el sonido de tus entrañas
retorciéndose y provocando un caos que te incita a golpear con
fuerza la pared de un puñetazo.
Olvida tu ego, esa pared contra la que
te chocas constantemente pero te ayuda a crecer.
Olvida esa sensación de tener que
caminar muy muy lejos.
Olvida la angustia de no poder respirar
profundamente, de hacerlo de manera entrecortada.
Olvida mirar el móvil, los correos,
todo lo que te conecta con el resto del mundo.
Olvida como te abrasa el pecho, en tu
lado izquierdo, a la altura del corazón.
Olvida visualizarte en una playa
desierta, tu solo, gritandole a las olas y provocando una marejada.
Olvida tu ceño fruncido.
Olvida tus expectativas.
Olvida tus fracasos.
Olvida tus miedos.
Olvida toda tu vida anterior.
Es todo lo real que tu quieres que sea.
Enciéndete un cigarro.
Disfrútalo.
Coge fuerzas.
Agradece que sientes.
Desconecta de tu cabeza
Alimenta tu estómago.
Dale tregua a tu ego.
Párate y mira el paisaje.
Respira profundamente.
Mira tu móvil y tus correos, con total
libertad. Tu eres el emisor, no el receptor.
Acaricia tu pecho.
Piensa en esa playa, pero tumbado,
sintiendo el sol dándote calorcito.
Relaja tu ceño, acompáñalo de una
sonrisa.
Disfruta el momento.
Repasa tus éxitos.
Te sientes vivo.