Bienvenidos a poco pan y pésima música

Voy a intentar compartir experiencias personales o ajenas, a través de letras y notas musicales. Para ello me valdré de videoclips y pequeños relatos que espero, consigan transmitir momentos de la vida de cualquier persona.

jueves, 14 de abril de 2011

Su mundo secreto


Paseaba por mi pequeño pueblo, entre encinas y robles cuando le conocí. Abraham era un hombre mayor, de cejas pobladas y espalda encorvada, tal vez producto de años dedicando su vida a su amada tierra. Desconocía quien era, como se sentía, como había sido su vida y si ni tan siquiera había reparado en mi presencia.

Poco a poco fui interesándome más por aquel entrañable hombre. Cada vez sentía mayor necesidad por observar más en aquellos profundos ojos. Unos días me decían soledad, otras veces tan sólo irradiaban luz, luz que alumbraba cada rincón del pueblo sin que ni tan siquiera sus monótonos habitantes lo supieran. Aunque modesto como era él, tan solo ofrecia destellos.

Recuerdo verle paseando con una bicicleta por el campo. Con la mirada le seguí lentamente hasta que dejó atrás el horizonte y se adentró a un mundo en el que yo no estaba invitado. Mi admiración por un hombre que ni tan siquiera conocía iba creciendo a medida que pasaban los días. Me atrevería a decir que en cierto modo le quería, le entendía y perdonaba cada mala acción que hubiera hecho en su día porque, él tan sólo necesitaba de mi abrazo....

Una noche me desperté y yo no estaba en mi cama, estaba en un viejo cuarto con paredes de papel y ventanas de hielo. Miro por la ventana y ahí las encuentro, esas estrellas tan llenas de vida que gentilmente me mandan energía. Cada estrella tiene su nombre y me sonrie dándome las buenas noches, que extraño. Me levanto de la cama y la tierra envuelve mis pies entre raices, las hojas cubren mi cuerpo y aparece mi amigo el oso. Recorremos prados y prados, mientras el viento golpea mi viejo rostro. La lluvia hace acto de presencia! gota tras gota el agua me invita a sentirme vivo. Mis ojos poblados de lágrimas me dicen que mis lágrimas no son de tristeza, son el resultado de sentirme vivo, de encontrar sentido a mi vida. Me tumbo en el prado disfrutando de la música que el bosque ejerce sobre mí y noto que no había sido tan feliz en mucho tiempo. Decido correr sin darle importancia a mi edad o a mi castigada espalda y me pierdo en el horizonte....

Me desperté con aquel vago sueño que había tenido. Miré por la venta y vi las estrellas muy muy lejanas. Apoyé los pies en el suelo y tan sólo noté el suelo. Tuve que ponerme un gran abrigo para protegerme de ese maldito frío. Mientras miraba por la ventana de repente empezó a llover y no sé porque sentí miedo.

Alguna fuerza que desconozco abordó mi cuerpo, salté a la calle y me enfrenté contra la negra noche. Cuanto más enfadado estaba mas notaba las gotas golpeando mi cuerpo y el viento azotando mi enfado. Cerré los ojos, despojé toda mi ropa y empecé a bailar y cantar pensando en que era muy afortunado por no resbalar....

Vi una luz a lo lejos y hacía ella dirigí mi canto. Nota tras nota, palabra tras palabras, sentimiento tras sentimiento. Cuanto más cantaba mas grande era la luz. Llegué a un claro en el que habían osos, jabalis, ciervos, insectos, pájaros...en medio ahí estaba él, Abraham, el hombre de las cejas pobladas.

Mientras continuaba cantando el se me acercó y me sonrió. Me dio la bienvenida a su mundo secreto. Yo extasiado empecé a llorar pues notaba como su corazón y el mío palpitaban al mismo tiempo. Aquel hombre de vieja bicicleta había esperado mas de setenta años hasta que alguien se adentrara en sus profundos ojos, y ahí estaba yo, dispuesto a abrazarlo y quererlo tan sólo por esa bondad que desprende por sus ojos....

Abraham, ahora te comprendo, ahora te siento, ahora te quiero...

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